barquito Juraguá

La Joya de la Corona. El barquito Juraguá

Se construyó en la ciudad norteamericana de Filadelfia en 1893 y se trajo a Cienfuegos por el empresario José Llovio en 1894 después de haberlo comprado por la suma de 24 mil 100 pesos.
En los inicios fue de propulsión por ruedas de paletas que luego fueron sustituidas por hélices. Durante mucho tiempo y hasta avanzados los años 60 tenía acoplado un motor de la marca Caterpillar y que le permitía desarrollar hasta 12 nudos por hora de velocidad. También, y en años posteriores, tuvo en funcionamiento un motor soviético en «V» de 300 cv que lo hacía avanzar a 9 nudos por hora. Tenía 25.3 mts de eslora y 4.8 mts de manga.
Uno de sus dueños por un buen tiempo lo fue la Sra. Adita Trujillo y el administrador y encargado de recoger la recaudación Héctor García, siendo el precio del pasaje de 20 ctvos para los adultos.
El sonido fuerte de su pito anunciando su proximidad al muelle era característico y único en los «barquitos» de la bahía como también lo era el oleaje fuerte que llegaba a las playas de Punta Gorda luego de su paso.
Su recorrido diario abarcaba los muelles de Cayo Carenas, La Milpa, El Perché, el Castillo de Jagua, Rancho Club, Pasacaballos y en los últimos años el nuevo muelle de la Ciudad Nuclear.
Se «jubiló» el 17 de Febrero de 1991 con 97 años de edad y de trabajo. En ese momento ya era, desde hacía mucho, el más veterano de todas las naves activas en el mundo.
Habían pensado ubicarlo en el Museo Naval como pieza histórica pero desgraciadamente quedó sólo en la intención. Algunos dicen que su madera sirvió de leña y otros que fue utilizada para encofrado en una construcción. Lo cierto es que nunca debió ser abandonado a merced de los depredadores cuando desde mucho antes ya tenía ocupada un espacio importante en la memoria histórica de nuestra ciudad y de sus habitantes.

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